A dos meses del paso de los Huracanes Iota y Eta por Nicaragua, la Costa Caribe Norte del país aún enfrenta los grandes estragos ocasionados por los ciclones, además de la pobreza, brotes de violencia y muchas necesidades en la zona.
Muchas de las personas han reconstruido sus casas con los restos de madera que pudieron ser rescatados, con parte de balsas y tablas que ha arrojado el mar, sin embargo, éstas no tienen las condiciones mínimas para ser espacios seguros para sus habitantes.
Como consecuencia del daño dejado por los huracanes en la Costa Caribe Norte del país, se registra una alta tasa de desempleo, escasez de alimentos, alza de precios, poco acceso a agua potable y a un incremento de enfermedades virales y estomacales.
Los ingresos familiares han bajado drásticamente debido al daño que sufrieron las balsas y botes pesqueros, que servían como herramienta de trabajo para la mayor parte de la población de la zona que se dedica a la pesca.
“Se considera que más de 40 mil familias están en una situación de alto riesgo de seguridad alimentaria en la zona después del paso de los huracanes, tanto Eta como Iota vino a empeorar el estado de vulnerabilidad en la que ya vivían las personas en la Costa Caribe Norte, lamentablemente, esta es una realidad que va a estar por mucho tiempo”, expresó Bayardo Figueroa, Coordinador de Seguridad y Asuntos Humanitarios de World Vision Nicaragua.
Así mismo, la destrucción de los árboles frutales y tubérculos han incrementado la inseguridad alimentaria de las familias y mermado las posibilidades de comercialización de dichos productos.
“La gente en las comunidades perdió toda su producción, están preocupados también porque en febrero son los meses donde ellos siembran yuca, quequisque y no tienen semillas y las hectáreas donde ellos van a sembrar aún están dañadas, hay mucha agua acumulada”, compartió Shira Miguel Downs, Directora del Movimiento de Mujeres Nidia White, organización socia de World Vision en la Costa Caribe Norte.
La amenaza del COVID-19
Los pozos de la zona fueron contaminados con basura, agua del mar y con los desechos de las letrinas, por lo cual el acceso a agua potable continúa siendo una de las principales necesidades de la zona.
Para Miguel Downs, el tema del agua es urgente, “los pozos están contaminados, la gente está tomando agua de lluvia, pero necesitan filtros para poder purificar el agua y así evitar enfermedades estomacales que está afectando a muchas comunidades, sobre todo las comunidades que viven a la orilla del mar”.
En un contexto de escasez, encarecimiento de los productos y hacinamiento, los habitantes de la Costa Caribe no cuentan con los recursos ni insumos para hacerle frente a la amenaza del COVID-19 en la zona.
“La gente no tiene recursos ni para comer, mucho menos para comprar mascarillas y alcohol y estar desinfectando fue su casa. Las condiciones son bien complejas para tomar mecanismos de prevención si en una casa vivía una familia, ahora viven tres ¿Así cómo evitás el virus?”, aseveró.
La violencia: crisis permanente
La Costa Caribe de Nicaragua es una de las regiones con mayores cifras de violencia y de violencia basada en género. Según Miguel Downs, los índices de seguridad ciudadana han aumentado debido al alza en los robos, asaltos, además del incremento en al trabajo infantil.
“Se puede notar un aumento en el trabajo infantil porque las mujeres tienen que buscar el apoyo de la familia y en este caso, los niños, para poder salir a vender naranjas o algunas cosas que ellos puedan tener. Así mismo, hemos notado un aumento en la inseguridad ciudadana pues mucha gente ha optado por alternativas dañinas para conseguir sus recursos”.
De igual forma, el estado de hacinamiento en el que conviven las familias, posterior a la pérdida de sus hogares incrementa la vulnerabilidad de niñas, niños y mujeres a ser víctimas de diversos tipos de violencia.
“Los espacios seguros para las niñas están todavía más escasos. Si en muchas casas abusaban a las niñas, ahora corren mayor riesgo porque no es solo una familia que vive en una casa, ahora son de tres a cinco y eso aumenta que puedan sufrir condiciones de abusos por el hacinamiento”, compartió.
Para Downs, urge el acompañamiento psicosocial en todos los niveles, para hombres, mujeres, niñez y adolescencia, a fin de trabajar la parte emocional con todo el conjunto de la familiar.
Proyectos inmediatos de Respuesta Humanitaria
Dos semanas después del impacto de los huracanes, World Vision Nicaragua inició el acompañamiento humanitario en Puerto Cabezas con la entrega de 2,200 kits de alimentos, mil kits de higiene, mil kits de ropa y 2,592 raciones de arroz con soya a las familias damnificadas, además de kits lúdicos para actividades de primeros auxilios psicológicos a la niñez.
“Posterior a un proceso de evaluación, World Vision Nicaragua inició la ejecución de un proyecto enfocado en agua, saneamiento e higiene, protección y educación; nuestra tarea con mayor urgencia es la rehabilitación y saneamiento de pozos comunitarios y donación de filtros de agua para unas mil familias”, expresó Figueroa.
De igual forma, en conjunto con el Fondo de las Naciones Unidad para la Niñez (UNICEF), se está ejecutando un proyecto que beneficiará a 10,691 familias en 10 comunidades de Siuna y ocho en Prinzapolka. Este proyecto está enfocado en incidir en temas de agua, saneamiento e higiene, educación, protección y género en las familias y comunidades afectadas por los ciclones.
“Con apoyo de UNICEF logramos iniciar la implementación de un proyecto especial de respuesta inmediata en diversas áreas indispensables para la recuperación familiar y comunitaria. Este proyecto tendrá una duración de seis meses y se rehabilitarán pozos, se entregarán filtros de agua y kits de higiene en comunidades de Prinzapolka”, aseguró Javier Moncada, Gerente del Programa Agua Segura de World Vision Nicaragua.
Con tu ayuda, podés llevar un rayo de esperanza a estas familias. Realizá una donación en nuestra página web y en conjunto ayudaremos a las y los damnificados.