Gleysi Cansy Carlos Sambola, a sus 26 años, ha alcanzado muchos de sus sueños. Es máster en Comercio Internacional y Desarrollo Económico, dueña de un restaurante caribeño en el centro de la capital y una transformadora de vidas en favor de la niñez.
Es la segunda de tres hermanos y se define a sí misma como “una mujer garífuna, negra afrodescendiente y multifacética”, apasionada por el trabajo humanitario y sobre todo por la protección de la niñez y la sostenibilidad de las comunidades.
Gleysi siente que el deseo de ayudar a otros es una herencia y un vínculo que la une a su madre, quien ha sido una trabajadora humanitaria por más de tres décadas y quien la motivó desde los 12 años a involucrarse en actividades por el bien de los demás.
Hace 11 meses Gleysi decidió ser parte del programa de voluntario de World Vision Nicaragua y en ella había una sola motivación: “Ser voluntaria para aportar a alcanzar un objetivo común: el bienestar y la protección de los niños. Saber que estoy siendo parte de un cambio positivo en sus vidas, que estoy aportando a la formación de niños que serán adultos productivos con una mentalidad diferente y empoderados”, afirma.
“Cuando uno ama y cree en lo que hace, va a encontrar el tiempo para cumplir con todas las actividades, por eso he logrado coordinar las responsabilidades de mi negocio y mi tiempo en el voluntariado”, sostiene con gran énfasis.
El amor vence al miedo
Cuando World Vision Nicaragua inició la ejecución del Plan de Respuesta ante el COVID-19, Gleysi fue una de las primeras voluntarias en sumarse a las diversas iniciativas. Ella al igual que los más de 150 voluntarios que están involucrados en esta situación de emergencia, han recibido talleres de prevención, higiene personal y los recursos necesarios para protegerse contra el virus.
“El miedo a contagiarme no fue tan fuerte como el amor y el deseo de aportar a la protección de las niñas y niños de las comunidades donde estamos. En tres días, hemos empacado 2 mil kits de Protección y cuando nos sentimos cansamos nos basta cerrar los ojos y ver la sonrisa de los niños o recordar las veces que nos dicen ‘¿cuándo van a regresar?’ antes de irnos de sus comunidades, para recargarnos de energía y continuar”, comparte.
Gleysi considera que los kits de Protección y Ternura que está apoyando a empacar serán de alegría y de mucho provecho para la niñez y las familias que la organización acompaña, pues están conformados por juegos, materiales de manualidades y materiales que fomentan crianza con ternura y previenen la violencia.
“Ahora que estamos llamados a tomar cuarentena, los niños tienden a sufrir por estar todo el tiempo en casa, no ven a sus amigos de la escuela, ni a sus maestros y tampoco juegan con sus amigos de las comunidades; por eso, creo que los kits les van a ayudar a distraerse y a compartir más con su familia porque son actividades donde los adultos pueden vincularse con los niños”, expresa.
Por la dedicación y el amor que Gleysi ha entregado a las niñas, niños y comunidades más vulnerables del país, fue galardonada en 2019 con el Premio Naranja, el cual se da a la o el voluntario con mayor desempeño en el año. También ha sido catalogada como Voluntaria Estrella en las áreas de la organización donde ha dedicado tiempo como voluntaria.
Me han dado el espacio para romper esquemas
Gleysi asegura que su papel como voluntaria de World Vision Nicaragua le ha permitido servir a la niñez, pero también le ha dado la oportunidad de demostrar que una “mujer joven y negra” tiene toda la capacidad para salir adelante.
“En muchos lugares donde he sido voluntaria e incluso donde he trabajado, me han subestimado. He tenido que luchar con el estigma de ser mujer, joven y negra, me han hecho sentir que no encajo, han dudado de mi inteligencia y capacidades, mientras que en el Voluntariado Naranja de World Vision e incluso con el personal, me siento muy acogida, respetada y valorada”.
“World Vision me ha dado la oportunidad de servir a los niños, pero también, me han dado el espacio para romper esquemas y enseñar que hay un mundo distinto al que vemos con frecuencia; que las personas negras somos iguales en capacidades e inteligencia y esto es algo que me llena de mucha satisfacción y algo que ha marcado para bien mi vida”, comparte.
Gleysi cree fielmente que de una situación “negativa” puede haber muchos aprendizajes y cambios positivos. Sueña que cuando Nicaragua y el mundo superen la pandemia del COVID-19 “la humanidad haya aprendido a convivir en familia, que adultos hayan aprendido a darle la oportunidad a la niñez de expresarse sin miedo y con respeto, que terminemos la pandemia con consciencia de cuidado del planeta y sobre todo con dependencia genuina de Dios”.
Si estás interesado(a) en unirte a la familia naranja de voluntarios(as), como lo hizo Gleysi, hacé clic aquí.