Por: Karen M. González
Las niñas, niños y adolescentes con discapacidad necesitan ser tratados con amor para alcanzar su desarrollo pleno y su potencial dado por Dios. Cada cierto tiempo, se entablan debates sociales por el término con el cual deben llamarse a las personas con discapacidad, algunos expertos sostienen que lo ideal es hablar en términos legales.
Lo indiscutible es que no podemos perder de vista lo que realmente importa: amar y respetar a las personas sin importar su condición. El amor es un elemento que hace que cualquier individuo supere los obstáculos y las barreras de la vida. El amor llena el alma, brinda seguridad y protección.
Este se manifiesta en ternura, libertad de decisión y confianza en las capacidades; aunque también, reconocemos que hay circunstancias que ameritan el apoyo de otras personas. Sin embargo, se ha valorado con mayor ímpetu el apoyo material sobre el apoyo emocional, moral y la ética.
Las niñas, niños y adolescentes con discapacidad demandan una transformación individual, social y estructural que les permitan incentivar e impulsar el esfuerzo necesario para salir adelante.
Tiempo atrás, la discapacidad era concebida como un problema físico y médico, lo que obligaba a la niñez, a crecer en la lucha de encajar dentro de una sociedad– aún – estigmatizadora. Gracias al avance en el reconocimiento de los derechos de los seres humanos, en especial la Convención de los Derechos del Niño y las leyes vinculadas a la materia, se ha puesto en relieve la responsabilidad compartida de todos los actores sociales para aportar al desarrollo de las personas con discapacidad.
Bajo este enfoque, las herramientas tecnológicas deben usarse para promover y mejorar la accesibilidad e inclusión, al grado, de asegurar el desplazamiento seguro en espacios públicos, escuelas y bibliotecas con metodologías educativas especializadas; así mismo, en las comunidades se pueden organizar juegos y deportes alternativos que aseguren el derecho a la recreación.
También, es importante resaltar que deben existir programas transversales de apoyo dirigido las niñez y adolescencia con discapacidad, en todos los servicios de asistencia social. Un enfoque – verdaderamente – inclusivo debe ofrecer oportunidades para que todas las personas participen en espacios donde puedan expresar sus ideas y estas seas tomadas en cuenta, con el fin, de aportar al desarrollo y transformación social.
Las niñas, niños y adolescentes con discapacidad son víctimas de violencia con una frecuencia casi cuatro veces mayor que los que no tienen discapacidad, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), misma que reporta que en el mundo mil millones de persona viven con algún tipo de discapacidad.
Bajo esta realidad, desde World Vision Nicaragua impulsamos procesos de sensibilización social que buscan la protección de niñas, niños y adolescentes; así mismo, promovemos procesos de transformación individual y social para disminuir las brechas de exclusión y la violencia contra la niñez.
Compartimos modelos de cuido y crianza bajo la ternura, el respeto y la promoción de los derechos humanos en aras del interés superior de la niñez más vulnerable de Nicaragua.
Vos podés comprometerte con la protección de las niñas, niños y adolescentes con discapacidad: inquietate con las injusticias y alzá tu voz para protegerles. Promové el respeto y la solidaridad.
* La autora es Coordinadora Técnica de Protección World Vision Nicaragua.