Las historias de cinco familias del municipio de Pantasma, en Jinotega, que fueron severamente afectadas por los huracanes Iota y Eta. World Vision Nicaragua, con el apoyo del fondo de fideicomiso Juntos Vamos a Superarlo, les entregó ayuda humanitaria ante la emergencia sanitaria por COVID-19 y tras el desastre causado por los ciclones.
“Hubo un deslave y se llevó parte de mi casa al guindo”
El 3 de noviembre las lluvias del Huracán Eta provocaron un deslave que se llevó parte de la casa de Francisca. “En ese cuarto estaban mi hija y mi nieta y casi se las lleva”, cuenta con tristeza. “Yo tenía mucho miedo por mis nietos. Mis hijos no querían salir de la casa y entonces yo dije que tampoco me iba a salir hasta que lo hicieran todos ellos”, recuerda.
Después de tres días, Francisca dejó su casa. “Los niños no podían pasar por la parte donde se revino. El deslave estaba en la mera casa. Me quebró la casa. No la hemos podido componer. Estamos viendo cómo ponerle plástico a la parte de la cocina que quedó todita dañada”.
Esta señora asegura que en su casa viven 19 personas, entre ellos sus nueve hijos y cuatro nietos. “Nosotros no tenemos dónde vivir, vivimos así, posando. Cuando nos corren entonces caminamos a otro lado y ahí andamos. Trabajamos en fincas, nos dan posada por un mes, dos meses y luego ya nos sacan”, manifiesta.
Francisca fue beneficiada por World Vision Nicaragua y Juntos Vamos a Superarlo, con un paquete alimenticio para 15 días, un kit de higiene para prevenir el COVID-19, además de plástico y tela multiuso para hacer reparaciones temporales en su vivienda.
“Yo me siento alegre por este paquete de comida. Ahorita no tenemos nada. No tenía ni para el pasaje para venir aquí, pero gracias a Dios tengo un sobrino (que también fue beneficiado) que vino y que siempre me presta”, revela.
“Tenía miedo de que nos cayera la casa encima”
Santos Inés vive en un área montañosa en Pantasma. Su humilde vivienda hecha de tablas, zinc y plástico perdió parte del techo y quedó inclinada producto de los fuertes vientos. Ante la amenaza de que se terminara de caer, buscaron refugio en la escuela local y ahora se trasladaron donde otra familia de buena voluntad.
“En ese momento yo me sentí asustada. Nunca habíamos pasado algo así como este huracán (Iota). Estaba toda mojada y tenía miedo de que nos cayera encima la casa o un árbol. Mi hija de 12 años es muy nerviosa y cuando ya no pudimos aguantar, nos fuimos para la escuela”, cuenta.
Santos Inés dice que por ahora no puede regresar a su casa, que habita junto con otras cuatro personas (su esposo y tres hijos). El riesgo es latente y esperan apoyo para restaurarla. World Vision le ha entregado ayuda humanitaria.
“Gracias porque sienten amor al prójimo”
Pablo es un señor sincero y directo al hablar. Hoy viene acompañado por sus hijas Jenny (6) y Nancy (8) al lugar donde World Vision está distribuyendo ayuda humanitaria. Ellos viven en una comunidad rural de Pantasma y su casita fue dañada por los vientos y las lluvias del Huracán Iota.
“Yo doy gracias a Dios porque en medio de todo lo que ha pasado aquí (en Pantasma) no hay víctimas que lamentar”, comienza diciendo don Pablo. “Nosotros somos muy sufridos, no tenemos casa propia, vivimos posando en las tierras de un don (dueño de finca) que ha tenido buena voluntad. Mi casa es de plástico y de vara y con el huracán quedó puro lodo y se destruyó el frente. El plástico, porque Dios es muy grande, lo sostuvo para que no se lo llevara”, cuenta.
“Es primera vez que recibo un paquete. Hasta me extrañó que me llamaran. Agradezco a la organización y a quienes donan porque sienten amor al prójimo”, comenta don Pablo, cuya familia está conformada por su esposa y sus tres hijas.
“Perdimos el café”
En Pantasma los cultivos también sufrieron con el paso de los huracanes. La familia de Scarleth (12 años) perdió las pocas plantas de café que tenían. “A nosotros nos botó el café y no es ni bastante, es un poquito. Lo arrancó todo. Teníamos media manzana”, lamenta su mamá.
“Tuve mucho miedo con semejantes ráfagas de viento y lluvia. No nos salimos de la casa, ahí estuvimos aguantando”, cuenta Scarleth, por su parte.
La vivienda de esta familia de seis personas también resultó con afectaciones. Los vientos hicieron volar parte del plástico con el que está cubierta. En el área de la cocina, se lo llevó todo. “Le damos gracias a Dios por estar con vida”.
“Esta ayuda es una bendición”
Con los fuertes vientos de Iota, la casa de don Alcides y su familia perdió el techo en dos de los tres cuartos que tiene. Ahora, las camas de las nueve personas que viven ahí están en el cuarto más grande, que también les sirve de sala y como bodega para almacenar su producción.
“Fue de repente. El viento se llevó las láminas de zinc y gracias a Dios nadie estaba en estos cuartos porque fue de mañana y estábamos afuera”, explica don Alcides, quien teme aún más porque las lluvias siguen y la humedad podría dañar los tablones que sirven como piso.
Sobre la ayuda que recibió de parte de World Vision y Juntos Vamos a Superarlo, dice que ha sido una bendición. “Ustedes pueden decir que es poquito, pero para nosotros es bastante porque nos podemos ayudar durante varios días. Le agradezco mucho al organismo”.
Vos podés ayudar a más familias
Para llevar alivio a más familias te invitamos a contribuir con World Vision mediante diferentes formas:
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Descripción: Eta/Iota
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