Por David Muñoz, Oficial de Comunicaciones, World Vision International
Bogotá, Colombia.- Desde 1996, Paulo Uchôa, también conocido como Paulinho, ha trabajado con jóvenes problemáticos de Jangurussu, en Fortaleza, Brasil. Sus esfuerzos fueron formalmente organizados a través del ministerio Niños de Dios en 2006. El trabajo de este luchador social brasileño ha sacado a los jóvenes del crimen y la violencia a través de un enfoque integral que incluye a los deportes, las artes, la conciencia cultural, los diálogos sobre la no violencia y, sobre todo, las oportunidades de vivir los valores cristianos y fortalecer su fe en Dios.
“Estoy muy feliz de recibir este premio de World Vision. Muchas veces la gente en la comunidad no entendía el trabajo que estábamos haciendo. Decían que estos niños eran del infierno, no de Dios. Mi mayor dolor es no poder compartir este premio con los niños y niñas que han fallecido, pero lo comparto con todos los niños que hemos sido capaces de salvar. De esta forma, podemos decir que las vidas de los que han fallecido no se han ido en vano, declaró Uchôa.
“Paulo lucha contra la violencia en Fortaleza a través de Niños de Dios, un programa notable que impide que los niños y niñas se unan a pandillas o se vean afectados por la violencia. Está salvando más de 250 vidas cada año”, afirmó Kevin Jenkins, Presidente y CEO de World Vision”
Como resultado de sus esfuerzos, la asistencia escolar de los jóvenes en su comunidad ha aumentado del 30% al 80%. Muchos adolescentes y jóvenes están asistiendo a la escuela secundaria y a la universidad. Han recuperado el amor y el respeto de sus familias y comunidades, tanto que aumenta sus posibilidades de encontrar trabajo o incluso convertirse en propietarios de pequeñas empresas que emplean a otros miembros de Niños de Dios.
La pasión de Paulo es ver que algunos de los jóvenes más problemáticos y peligrosos en una de las regiones más inseguras del mundo son vistos como hijos de Dios. Este ímpetu lo ha llevado a trabajar de una manera única y completamente holística, donde comunidades enteras se transforman en lugares de paz y estabilidad. La juventud de Niños de Dios emplea a otros miembros del grupo, que apunta a un impacto que continuará y será sostenible por muchos años. Todas estas cualidades profundamente encarnan el corazón y el llamado de World Vision y de nuestro fundador Bob Pierce.
Paulo Uchôa se convirtió en el ganador número 47 del premio Bob Pierce en el marco del Concilio Trienal de World Vision.